Pequenica, resalada donde crece,
florece al despertar como la luna
como los cientos de estrellas
de un inmenso azafranal.
La lucha de un triste corazón
que aboga por tener un minuto de paz
por encontrar un atisbo de humildad
con esos colores naranjas, amoratados
que el dolor marca en la noche...
La inocencia de esa cara que amanece
que denota la ilusión, que despierta,
después de la madrugada, de la luz...
Corriente es el nuevo ardor que nos recorre
que en su principio nos invade
que nos etiqueta el alma con un suspiro
y con el aliento de otra esperanza
que renace con tu simple voz...