Acaso lo sé yo... Esto fue lo que le dije a un amigo el otro día, cuando me inquirió en una amable conversación, sobre las causas por las que tenía un poquico abandonado este blog. El blog, mi blog, la prolongación de mis ideas, de mis pensamientos, de mis emociones, y de mis interiores... Le dije con afabilidad que no lo sabía, que esto es como los impulsos, que necesitas comunicarte contigo mismo y nada mejor que unas páginas vacías que esperan verse llenas con unas palabras que a veces te cuestan, otras te salen del alma y otras fluyen como si de un río se tratase por el cauce de todo tu entendimiento... ¡Pero que le voy a hacer! Llevo unos días, unas semanas, que hablo poco conmigo mismo, que estoy un poco extraviado en ese mi mundo interior, que me falta un algo que no se que es, pero que si que tengo presente; me mareo con los vaivenes del tiempo, con la inseguridad de la masa que se mueve en torno a mí, con los electrizantes cambios que te acechan y que te ennervan hasta el punto de agitarte interiormente...
Esto es así, y yo que me creía que era dueño de mi mismo, que controlaba lo que me atañía de cerca o de lejos, que tenía la certeza de muchas cosas... veo y compruebo que no es así, y que me atrae la posibilidad de dejarme llevar, de dejarme arrastrar por todo eso, porque en definitiva estoy agotado de actuar, de hacer bien mi papel, de expresar lo que quieren que exprese, de ser como se quiere que yo sea, de vender mi sonrisa, de articular las palabras que quieren escuchar, de vivir en la realidad que otros se montan y en la cual tengo mi sitio reservado... Mi niño interior me dice que grite, que salte, que baile, que me agite, que vaya por el camino de la contracorriente,que cante, que me ría a carcajada limpia, que es bueno saltarse alguna pequeña norma sin romperla, eso si, que salga a andar por esos mundos, que mire hacia adelante, que me centre en lo divertido, que me convierta en rey del optimismo, que no me pare en lo negativo, que busque esos ratos agradables y buenos, que viaje, que ande, que corra, que nade, que patine, que...
Y yo alguna vez me he parado a discutir con mi niño interior. ¿Acaso no soy yo así?
¿Acaso me ves de otra manera? ¿Acaso intentas liarme en la maraña de la desorganización más organizada? ¿Acaso...?
Y después de muchos más "acasos", llego a la conclusión de que no, no tengo que preocuparme porque soy como soy, aunque me rayen la cabeza pensamientos como este, y que no me tengo que esforzar nada, porque yo ya voy esforzado a tope... Simplemente me limito a vivir y dejar vivir, aprovechando esos momentos que nos acompañan siempre y componen nuestros destellos de felicidad, apoyándome en el bien de todos los demás... Así soy... Pero, ¿acaso lo sé yo?
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