sábado, 1 de noviembre de 2008

LA ORILLICA DEL QUIJAR


Estimados lectores, algunos seguro que al leer el título dirán: ¿Qué será esto? Y sin lugar a dudas, en su derecho estarán, ya que nadie ha de saberlo ciertamente, debido a que el traspaso del tiempo y de otras culturas foráneas, se han encargado de echar lodo al descubierto de algunas de las tradiciones que en torno al día de Tosantos había no ha mucho, en la mayoría de pueblos de la vega del antiguo y denostado Thader, hoy llamado Segura...
Hoy con tanto y tanto Hallowen (Jalogüin, para los que hemos llegado algo tarde al inglés y a su colonización costumbrística), las humildes pero entrañables tradiciones en torno a Tosantos están condenadas a perderse y a olvidarse del todo... todo.
Y es lástima ya que en este globalizado mundo que nos ha tocado vivir, la Commonwealth extiende sus lazos más allá de las colonias anglosajonas para implicar desde la didáctica del inglés a los neófitos alumnos y alumnas que se dejan llevar por lo festivo del asunto e incluso por el gamberreo, que aprovecha la nueva tradición impuesta para campar a sus anchas por entre la urbe de brujas, esqueletos y muertos vivientes que aporrean nuestras puertas con eso del: "¡truco o trato!..., escondiendo sus malévolas intenciones en la noche para bombardear puertas y ventanas con los pobres huevos de Mercadona, comprados esa misma tarde, (frescos por lo tanto si son)... Naturalmente no son todos, pero si bastantes los que ya bastante creciditos se camuflan en la noche para dejar su hediondo rastro de huevos esclafados en fachadas y mamposterías, con el consiguiente enfado del personal que masculla en arameo después de comprobar que el dichoso fruto de ave de corral deja una profunda y amarillenta máncha, que no se va tan fácilmente a pesar de todos los productos de limpieza que se puedan emplear en esa tediosa lucha...
Amigos míos "La Orillica del Quijar" noble e inocente tradición de la huerta era mucho más benigna y no tan belicosa, e incluso más barata para unos y para otros, ya que no había que utilizar máscara ni disfraz alguno para llegar a las casas y a la voz de:
-"¿Me da la orillica del quijar?"
... ponerse morado con los dulces típicos de esta época que se hacían en las casas sin tanto conservante ni colorante autorizado o no por la respectiva dirección sanitaria. Dulces como los famosos "biñuelos", el "arrope calabazate" y los famosos tostones de azúcar que eran y sabían como a turrón... adelantado de Navidad por supuesto, y también castañas e higos secos que todo era bien recibido en la espesura de la nada estomacal que corría por tiempos atrás.
Para explicar el origen del nombrecico de esta perdida o suplantada tradición hay diferentes versiones. Los que cuentan que "orillica" más bien deriva de "horica" referido al diminutivo de hora en relación a tiempo y lo suman al quijar como ladera de las acequias excavadas entonces en tierra rasa y que cuando pasaba el agua comía sus riberas hasta deformarlas y enrasarlas totalmente; en clara referencia al apetito de los niños que faltos de las actuales chucherías plastificadas comían armoniosamente aquellos manjares otoñales que les ofrecían amablemente desde las casas que ya contaban con tener algunas viandas de sobra para ofrecer a la prole infantil que se arrimaba a sus puertas. Otros sin embargo se pierden en detalles de corrientes de agua que van limpiando todo lo que se pone a su paso, también en clara referencia al apetito que se tenía por entonces de estos manjares que no se solían hacer nada más que en estas fechas nombradas de Tosantos.
Pero en fin lo cierto es que no hacía falta que viniese Halloween para celebrar estas fiestas relacionadas con el culto a los difuntos, ya que existía esta tradición que se perdió en la década de los 50 del siglo pasado y que ha venido a suplantar la moda inglesa de calabazas con luz y películas de terror de tercera o cuarta categoría...

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